jueves, 11 de febrero de 2010

Cronos y su delirio

"El tiempo no alcanza" a veces decimos o ¿seremos nosotros quiénes no lo alcanzamos? Pero ¿y qué se cree el tiempo? Pero ¿y quién se cree en el tiempo?, ¿El tiempo tiene estatus?, ¿Tiene estratos? ¿Tendrá linaje?. Es incorpóreo, ¡pero a veces cómo pesa ese recurso no renovable!

El tiempo no es que avance pronto cuando la pasamos bien, es que se siente ignorado, por lo que el muy egocéntrico va y se acelera por la carencia de atención, hace berrinches sordos de niño malcriado castigado, de esos que te sacan la lengua a tus espaldas y te pintan groserías.

El tiempo no es que sea implacable, es quien es, por resentido.

A cambio, cuando se siente respetado, se comporta dadivoso y confabula a favor con semáforos, listas de espera, taxis, metros y repartidores de pizza entre otros, ya que su lista de amigos es larga, de esos que son complacientes y van de su mano actuando según su voluntad.

El tiempo determina nuestra oportunidad de saber cosas de la vida cuando somos niños; al igual que sin él no podríamos olvidar dolores cuando somos adultos, por lo que funge de maestro, filósofo o médico ante las heridas, de esas que no se curan por fuera.

Con él somos calificados y hay quien le pone estandartes, récords y publicación en Guinness. Es imponente y lo sabe, por eso nos amenaza frente al espejo o frente a una hoja de examen, incluso interviene en la sazón y en la cocción. Perderlo es considerado como vagancia pero nunca lo tendrás a favor sin antes negociar o sacrificar algo a cambio.

El tiempo juega conmigo y yo floto en él; a veces me hundo. Pretende apresarme, perseguirme, acosarme al igual que a veces pretende impulsarme o expulsarme... ¿Qué llame a mi representante?.

Por el tiempo me etiquetan, pero no se la pongo fácil con mi instinto evasivo a los títulos... ¡Qué difícil le será a él lidiar con mi naturaleza bautizada de impuntual por su culpa y su delirio de persecución!

¿Me esperas un momento?...


Peggy

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